Pocas actividades se ven tan influidas por el ingreso en la era de la Economía del Conocimiento como las que comprenden el espectro laboral de los Contadores Públicos, una profesión en plena expansión.
Cr. Guillermo Scapin, Cr. Juan Pablo Marinelli y Cr. Marcos Javier Ponso
«Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino quienes no sepan aprender, desaprender y reaprender.»
Esta expresión del sociólogo estadounidense Alvin Toffler en su conocida obra “La Tercera Ola” resulta perfecta para describir el particular derrotero que aguarda a estos profesionales, tan influidos por los cambios en las normas, en la tecnología y en los métodos de trabajo.
Se puede afirmar que el Contador Público, al cabo de algunos años de haberse graduado, mantiene vigente una base científica que constituyó su formación universitaria, pero va reciclando en forma continua otra parte de sus saberes, los más técnicos e instrumentales.
O mejor dicho, así debería ser en el caso de quienes mejor se adaptan a los requerimientos de calidad que sus actividades laborales demandan. Un premio para quienes continúan estudiando.
La Economía del Conocimiento, un fenómeno cuya trascendencia y alcance aún no llegan a ser dimensionados e interpretados, produce situaciones casi impensadas hace pocos años. Tomemos como ejemplo el valor de las empresas: algunas tecnológicas con escaso capital físico sobrepasan largamente a otras tradicionales, Tesla es 14 veces Ford, Mercado Libre es 30 veces YPF. También llamada 4º Revolución Industrial, abarca campos de aplicación de crecimiento ilimitado como Big Data, Deep Learning, Inteligencia Artificial en los Negocios, Ingenierías Inmersivas y muchas más. Todos conceptos que, de a poco, van impregnando la vida de esta profesión.
Hoy, llama la atención en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNRC, cómo los nóveles graduados son requeridos laboralmente, incluso antes de completar su carrera y a pesar del contexto macroeconómico recesivo. Un recurso muy demandado en el mundo empresarial local: los contadores recién egresados, con conocimientos tecnológicos frescos, con dinámica y entusiasmo por seguir aprendiendo.
Los contadores con trayectoria ya lo saben, el actualizarse es la esencia del avance profesional. Los contadores jóvenes lo perciben, las puertas se les abren pero con gente esperándolos llenos de expectativas en ellos.
Van quedando lejos las bucólicas planillas de 12 columnas, los tradicionales formularios de AFIP completados a mano, los libros foliados y encuadernados con prohibiciones de “hacer interlineaciones, raspaduras ni enmiendas” y una división simple que calculaba el Índice de Liquidez y revelaba algo desconocido.
Lindo desafío el de los contadores, hermosa profesión que combina una docena de subdisciplinas, cada una con vida propia, todas ellas dinámicas, reguladas por normas que nunca se agotan, impregnadas de tecnología infinita e inimaginable.
Desafíos que son oportunidades, en un mundo donde el conocimiento se democratiza y cada vez es más directo su acceso. Allí está la clave.